jueves, 11 de febrero de 2010

La sociedad gaiana: III Parte

La organización sociopolítica gaiana descansaba sobre cuatro instituciones fundamentales: la Diarquía, el Senado, los Éforos y la Asamblea Popular.
A lo largo de la historia la mayoría de los pueblos del mundo se ha conformado con tener un rey. Los gaianos no. Tienen dos. La idea de la diarquía es realmente curiosa, algunos han querido ver en esta bicefalía del poder monárquico gaiano algo relacionado a los presidentes y vicepresidentes de los siglos pasados. Para ellos en cambio se trata de una cuestión práctica pues, de hecho, cuando uno tiene dos reyes, siempre puede mandar uno a la guerra mientras el otro se queda en casa. Los gaianos se dieron cuenta de la tremenda ventaja de tener reyes que reinaran pero que no gobernaran.
Los reyes gaianos, conocidos también como Carmesís, como cuadra a todo monarca, tienen varias funciones y privilegios. Son Sumos Sacerdotes, Comandantes en Jefe de las milicias, con la obligación de ser los primeros en salir a la guerra y los últimos en regresar; tienen el derecho de disponer de una guardia personal, selecta, de cien hombres; reciben las partes más apetecibles de los animales sacrificados y doble ración en las comidas; cada uno de ellos tienen la facultad de enviar dos representantes ante el Oráculo de Khipu y de guardar los oráculos que les hubiesen sido revelados. Deciden en materia de herencias y adopciones; participan de los debates del Senado; cuando mueren, reciben un impresionante funeral y cuando un nuevo rey ocupa el trono se anulan las deudas contraídas con el rey anterior o con el Estado.
Lo paradójico era que tenían mucho poder e influencia pero no gobernaban. Para eso estaban los éforos, personajes que gozaban de una parte considerable de poder político.
Los éforos, o también llamados Pardos, no necesitan ponerse de pié en presencia de los reyes; deciden sobre la vida y la muerte de cualquier persona, incluso de los propios Carmesís; son policías y jueces; resuelven la guerra o la paz y convocan al ejército. En tiempos de guerra, acompañan a los reyes y pueden dar órdenes a los ehros; pueden multar, destituir o juzgar a cualquier magistrado. Otro dato extraño es que los éforos procedían de las clases más humildes y ejercen su poder según su propio criterio, sin estar atados a leyes o normas establecidas. Pese a lo extraña de su figura dentro de la sociedad gaiana, eran ellos, los éforos, los que le daban estabilidad y cohesión al Estado.
Los éforos eran cinco. Originalmente el territorio se había subdividido en cinco asentamientos que con el pasar de los años se transformaron en guarniciones militares que, en conjunto, formaban aquella fortaleza militar subterránea llamada Gaia. Los regentes de cada una de esas cinco guarniciones se convirtieron con el tiempo en éforos.
¿Un rasgo teocrático de la política gaiana? Algo así, pero no es correcto pensar en Gaia como una ciudad o como una urbe, sino como una fortaleza militar y centro cívico y religioso de una Orden, sobreviviente del caos.
Muchos, apresuradamente, han catalogado a los éforos como cuasi-dictadores de origen eclesiástico, como la prueba irrebatible del autoritarismo gaiano. Sin embargo por más autoridad que revistiesen, no surgían de ningún diktat individual o de clase. Puede parecer sorprendente, pero se los designaba a través de un procedimiento absolutamente democrático. Se los relevaba y cambiaba todos los años. Los elegía anualmente el voto de la Asamblea Popular.

Continuará...

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